Guitarra y muerte.
La guitarra
se disfraza con el silencio
recogiendo
la melancolía de los acordes
de nuestras
almas gemelas que han partido
tratando de
navegar los ríos que los llevarán
a otros
destinos, o subir por las escaleras
desde donde
alcanzaran los prados
alegres y
abundantes de los deseos.
La guitarra
recoge los acordes
de los
ritos de la muerte
y en la
noche del primero de Noviembre
cubre con
sus melodías
los cuerpos
de aquellos olvidados
en el
tiempo.
Otros
beberán el rocío de la madrugada
depositado
en los encordados
que se
transforma en el licor
que
purifica el traspaso de los sueños.
La guitarra
esa noche
transformada
en el ave del eterno retorno
transportará
las almas abandonadas
en sus
alas, alejándolos de la trivialidad
de lo
efímero de la vida.
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